martes, 2 de noviembre de 2010

HOY DÍA 2 INFO





La asociación Street Museum y los artistas reunidos en 543Dom defienden su «arte»
«Velamos por la calidad y coherencia de la obra, aunque sabemos que es efímera», admite Isaak.


Un museo del grafiti en San Pío





Antes de cantar 'Like a virgin', Madonna era de las que decían: «¡Este finde, mureteeeee!». Ella también empezó firmando paredes. Como la reina del pop, muchos otros iconos contemporáneos recurrieron al spray para abrirse al gran público y provocarle curiosidad y, en su caso, deseo. En Murcia, el territorio de los grafiteros está en San Pío X, donde la asociación murciana Street Museum y el colectivo 543Dom -similar a «luchar por la libertad» en inglés (fight for freedom)- han creado el primer Museo del Grafiti de la Región de Murcia, que se encuentra en los muros del recinto de las calderas del gas y en los de las antiguas cocheras de Latbus. Un kilómetro y medio de paredes pintadas con autorización de los propietarios que están siendo digitalizadas y que aparecerán en una página web que está en construcción y para la que los promotores reclaman ayudas.

La buena voluntad de los «escritores de grafitis»-como empezó a conocerse en Estados Unidos a los autores de grandes letras de colores que aparecían en las calles- que han decorado los alrededores de San Pío salta a la vista, aunque algunos dejan a los transeuntes como quien ve un roble escarchado: «Rodéate de los que van de corazón y así verás el tuyo. Lucha por la libertad aunque vivas rodeado de muros y haz de lo mejor tu bandera». Estos artistas reivindican el grafiti como expresión pictórica del hip hop, una cultura urbana nacida en Nueva York en los años 60 e impulsada por raperos y 'breakdancers' de las comunidades afroamericanas y latinas.

«En San Pío los vecinos siempren han entendido el grafiti como un beneficio para el barrio y, de hecho, desde la Junta Municipal nos ayudan en la compra de los sprays. Pensamos que estos grafitis también pueden ser un atractivo incluso para los turistas», sugiere Isaak Garrido, el presidente de la asociación Street Museum, que ha colaborado con la concejalía de Juventud de Murcia en varios proyectos europeos de intercambio en Roma y en Varsovia.

Metáforas de vida y muerte
Este Museo del Grafiti está compuesto por decenas de obras efímeras en su mayoría, pues están expuestas a actos vandálicos y a las inclemencias del tiempo, aunque la asociación está documentándolas para realizar también una exposición virtual permanente en internet. «No son simples pintadas, sino verdaderas obras de arte. Consideramos que podemos aportar a la sociedad algo más estético», insiste Isaak, infografista de medios audiovisuales, diplomado en Turismo y estudiante de Historia del Arte. Este treinteañero lleva desde la adolescencia decorando muros.

«En el museo -detalla- tenemos grafitis sobre el 11-S, sobre el pacifismo, sobre el boom de la construcción; otro dedicado a Halloween, uno religioso con un mono y una gran serpiente enroscada en una manzana, hay metáforas del arte y del trabajo a partir de unas hormigas gigantes, hay otro muro de superhéroes... Tratamos de expresar nuestros sentimientos y proponemos ideas y entre todos nos ponemos de acuerdo y las desarollamos».

El Ayuntamiento dedica cada año hasta 400.000 euros en limpieza de pintadas y multa con hasta 3.000 euros a los grafiteros que trabajan sin permiso. Ellos conocen la presión de la Policía Local para identificar a los autores por las firmas e incluso la concejalía de Seguridad de Murcia mantiene contactos con el departamento de Policía de Nueva York para intentar reducir las pintadas y disuadir a sus autores. En paralelo, el Consistorio ha recurrido a los grafiteros en otras iniciativas, como por ejemplo la decoración de transformadores eléctricos.

«A nosotros -replica Pablo 'Chipone', otro de los «escritores underground» más reconocidos- nos tienen bastante respeto porque siempre hemos actuado velando por la calidad de las obras hasta el punto de incluirlas en el Registro de la Propiedad. Otro factor que hemos cuidado es el aspecto legal, actuando siempre con permisos, e intentando que el conjunto de las obras tenga coherencia y unidad».

«Ya no estamos para correr»
Muchos de estos grafiteros dicen ya no están en edad de correr delante de la porra. Sus ocupaciones son muy variopintas. Hay fontaneros, cocineros, técnicos de sonido, licenciados en Magisterio, psicólogos, diseñadores gráficos... aunque todos forman una «crew» o grupo donde todos manejan el aerosol, saben pintar y van «del mismo rollo» para hacer arte en lugar de manchar o rayar un simple garabato.

«El grafiti siempre ha sido una forma de marcar el territorio y hay gente que se dedica a hacer daño, por eso no pintamos si no hay permisos», defiende 'Chipone'. En algunas de las obras que se exponen en San Pío X han tenido que alquilar andamios para poder terminar los trabajos. En otros casos han trabajado de noche, alumbrándose con el faro de los coches. Y en la mayoría de casos han invertido su dinero, pues cada bote de spray les cuesta tres euros y no pueden mezclar colores, por lo que a veces se han gastado «lo que no está escrito».

Los grafiteros de San Pío X llevan trabajando en el barrio desde los años 90. Uno de los pioneros es Juanjo López Martínez, conocido por el sobrenombre de Pilatos, pues fue el primero que consiguió permiso de Gas Natural para pintar en el recinto. «Mi abuelo, mi padre, mi tío y mi primo trabajaban allí y en el año 91 hice mi primer grafiti con la palabra PAZ, que no se conserva. Pero en casi todos los muros del barrio hay algo mío», se alegra. «Cada uno tenemos un estilo y no estamos en contra de nadie, porque nos dedicamos a trabajar con el máximo respeto y gracias a esto a mí me han salido mucho trabajo», asegura Pilatos, que es instalador profesional de aire acondicionado y de gas. «La gente se para cuando nos ve trabajar, pero esto lo hacemos por amor al arte», dice, «y para que la colonia se conozca».

En Murcia hay otros territorios grafiteros en el barrio del Infante y en Espinardo, así como en el casco viejo de la ciudad, donde un artista caravaqueño, SAM3, realizó varias de sus obras más celebradas, como aquel gigante que jugaba con varias personas suspendidas por un hilo en sus dedos que embelleció la fachada del antiguo edificio del Castillejo, en el barrio de San Juan.




de la Verdad